La dispraxia es un trastorno psicomotriz que se da en la infancia y hace que los movimientos que requieren la movilización y coordinación de varios grupos musculares (atarse los cordones, montar en bicicleta, escribir, etc) el niño los lleve a cabo con lentitud, torpeza y dificultad, incluso si son sencillos, presentando desinterés ante ciertas actividades, deficiencia en la atención y concentración, baja autoestima a consecuencia de que el pequeño ve en sí mismo retardo en comparación con los otros, afectando todo lo dicho al rendimiento escolar y a las actividades cotidianas y de la vida diaria.
Entre los 3 y los 5 años aún se suele apreciar cierta torpeza o dificultad al realizar los movimientos, casi siempre debido a la falta de coordinación. Estos niños a menudo también presentan una propensión a tener rabietas, se caen con frecuencia y pueden presentar aleteo de las manos. Además, tienen problemas para subir y bajar escaleras y el lenguaje suele ser inmaduro para su edad.
La dispraxia se clasifica en dependencia de sus formas de manifestación:
Ideomotora. El niño presenta dificultades para realizar tareas sencillas que implican un solo paso, como ponerse los zapatos o peinarse.
Ideatoria. El pequeño tiene dificultades para llevar a la práctica tareas de varios pasos, como atarse los cordones de los zapatos o cepillarse los dientes.
Oromotora. El niño tiene problemas para coordinar los movimientos necesarios para la pronunciación.
Constructiva. En este caso se encuentra afectada la capacidad para entender y aplicar las relaciones espaciales.
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