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Conclusión final


Hemos organizado el trabajo de tal manera, que todas hemos participado en la búsqueda de información, vídeos, artículos y textos relacionados con el tema.
Una vez realizado el trabajo, nos hemos dado cuenta de la cantidad de variaciones y posibilidades que puede ocasionar un trastorno en concreto. En el caso de la dispraxia, se estima que un  6% de los menores de 11 años, sufre algún grado de dispraxia.
Se suele asociar a una deficiencia intelectual, cuando realmente no la implica, ya que es una patología que afecta a la psicomotricidad.
Hemos decidido centrar nuestro trabajo en la dispraxia ideomotora, dificultad para realizar tareas sencillas.
Nos hemos detenido en recoger información acerca de las manifestaciones de dicho caso, porque consideramos esencial el poder reconocerla para poder tratarla cuanto antes, sobre todo en el aula.
A la hora de investigar un poco más en el caso, nos sorprendió el nombre que se le otorga coloquialmente, ya que consideramos que "el síndrome del niño torpe" es un enunciado poco aceptable y discriminatorio y puede llegar a afectar a nivel emocional al menor.
Para la selección de las actividades, nos hemos decantado por actividades sencillas y conocidas, porque consideramos que es elemental que ellos mismos vean el progreso y que puedan ser participes de todas y cada una de las actividades que se realicen en el aula.
Es sumamente importante la dedicación y el nivel de implicación del docente en dicho caso, ya que a veces el simple hecho de acompañar o ayudar al menor en las actividades cotidianas y rutinarias, puede producir resultados notorios.
Finalmente queremos resaltar la importancia de normalizar la situación en el aula. Hacer comprender a los niños y niñas las dificultades que pueden tener sus compañeros para que de este modo, ellos mismos se impliquen y sean participes de las estrategias inclusivas en el aula.


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